viernes, 16 de agosto de 2013

PODEMOS SENTIRNOS ORGULLOSOS. A CAMBIO ESTAMOS A LA CABEZA DEL MUNDO (JUNTO CON CHINA) EN LÍNEAS DE ALTA VELOCIDAD, (VITALES PARA EDUCAR A UN PUEBLO) Y A LA CABEZA DE LOS PAÍSES DESARROLLADOS, EN CORRUPCIÓN. FELIZ AGOSTO. (J.V.)

"Ningún campus español alcanza los 200 primeros en el ‘ranking’ de Shanghái"

Hay 10 universidades españolas entre las 500 mejores del mundo, una menos que en 2012

El sistema sale mejor parado en las clasificaciones por áreas de conocimiento

Ceremonia de graduación en la Universidad de Harvard (EE UU). / BRYAN SNIDER (REUTERS)
El ranking de Shanghái de 2013 coloca a 10 universidades españolas entre las 500 mejores del mundo (al menos, según los criterios de esta clasificación, que se fijan sobre todo en el impacto de investigador de los campus y los reconocimientos, como los premios Nobel y las Medallas Fields, recibidos en su historia por sus alumnos y profesores); el año pasado fueron 11 (se ha caído de la lista la Universidad de Vigo). Y, al igual que entonces, ninguna está entre las 200 primeras. Las que aparecen más arriba, entre los puestos 201 y 300, son la Autónoma de Barcelona, la Autónoma de Madrid, la Complutense y la Universidad de Barcelona. Le siguen la Politécnica de Valencia, Granada, Pompeu Fabra y Valencia (301-400) y País Vasco y Zaragoza (401-500, a partir del puesto 100 se hacen grupos y se colocan dentro los campus por orden alfabético).
En general, la imagen que ofrece el más famoso ranking internacional de universidades sobre el sistema español es muy parecido al de los últimos años (hay una menos en la lista de 500, pero una más entre el 201 y 300). Y, de hecho, probablemente hubiera sido un milagro que las cosas mejorasen, teniendo en cuenta que la clasificación valora principalmente la investigación, y esta ha sufrido una importantísima sangría presupuestaria en los últimos años en España: las subvenciones del Plan Nacional para Ciencia (del que los investigadores de las universidades consiguen en torno al 60%) han caído alrededor un 26% (110 millones) entre 2008 y 2012, y la convocatoria de 2013, todavía no se ha publicado. Ello, sin contar un recorte general de la inversión pública en universidades de más de 1.200 millones desde 2010.

Las 10 primeras

1. Harvard (EE UU)
2. Stanford (EE UU)
3. Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, EE UU)
4. Universidad de California, Berkeley (EE UU)
5. Cambridge (Reino Unido)
6. Instituto de Tecnología de California (EE UU)
7. Princeton (EE UU)
8. Columbia (EE UU)
9. Universidad de Chicago (EE UU)
10. Oxford (Reino Unido)
Así, el undécimo ranking internacional de universidades de la Universidad Jiao Tong de Shanghái, presentado hoy, coloca una vez más a los campus anglosajones en los primeros puestos; hay que llegar hasta el número 20 para encontrar un campus que no sea ni estadounidense ni británico: el Instituto Tecnológico de Zúrich, de Suiza. En los 10 primeros lugares repiten las mismas universidades que en 2012: Harvard (EE UU), Stanford (EE UU), Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, EE UU), Universidad de California, Berkeley (EE UU), Cambridge (Reino Unido), Instituto de Tecnología de California (EE UU), Princeton (EE UU), Columbia (EE UU), Universidad de Chicago (EE UU) y Oxford (Reino Unido). El campus francés Pierre y Marie Curie (en el puesto 37) le arrebata a Paris-Sud (39) la segunda mejor el segundo mejor puesto de la Europa continental y las universidades mejor colocadas del área Asia-Pacífico son las japonesas de Tokio (21) y Kioto (26) y Melbourne (56), en Australia.
La universidad china también elabora cada año subclasificaciones por áreas temáticas y, en este caso, el panorama español mejora. En los 10 campos de conocimiento y materias elegidos (Ciencias Naturales,Ingeniería y TecnologíaCiencias de la Vida y AgriculturaMedicina,Ciencias SocialesMatemáticasFísicaQuímicaInformática yEconomía) hay universidades españolas entre las 200 primeras y, en la mitad de ellos, entre las 100 primeras. Así, los mejores resultados se pueden encontrar en Química --con Zaragoza (puesto 51-75), Politécnica de Valencia (76-100), Barcelona y Valencia (101-150), Autónoma de Barcelona, Autónoma de Madrid, Complutense, Oviedo y Rovira y Virgili (150-200)—y Matemáticas –Autónoma de Madrid (51-75), País Vasco (76-100), Autónoma de Barcelona, Complutense, Politécnica de Valencia, Granada y Sevilla (101-150), Politécnica de Cataluña y Santiago de Compostela (151-200).

Las españolas

201-300.  Universidad Autónoma de Barcelona
201-300. Universidad Autónoma de Madrid
201-300. Universidad Complutense
201-300. Universidad de Barcelona
301-400. Universidad Politécnica de Valencia, Granada, Pompeu Fabra y Valencia
301-400. Universidad Politécnica de Valencia
301-400. Universidad de Granada
301-400. Universidad Pompeu Fabra
301-400. Universidad de Valencia.
401-500. Universidad del País Vasco
401-500. Universidad de Zaragoza
Numerosos expertos desde distintas universidades de todo el mundo han cargado con fiereza contra esta y otras clasificaciones similares (como la de la publicación británica Times Higher Education) que se han hecho increíblemente populares en la última década y llegan a condicionar políticas y financiación. El ministro de Educación, José Ignacio Wert, se ha quejado en numerosas ocasiones de que no hay campus españoles entre las 100 primeros en estos ranking. Sin embargo, numerosos especialistas señalan importantes sesgos y limitaciones metodológicas de este tipo de clasificaciones, y advierten sobre los peligros de obsesionarse con ellas y olvidar en el camino otros objetivos importantes que no miden los ranking, como la calidad de la docencia o la equidad.
La Comisión Europea se ha embarcado en el desarrollo de la suya propia, el U-Multirtanking. Este, ha dicho la comisaria europea de Educación, Androulla Vassiliou, quiere alejarse de los ranking“centrados de una manera desproporcionada en la investigación de excelencia”, haciendo distintas clasificaciones: en reputación de la investigación, calidad de la enseñanza y el aprendizaje, internacionalización, éxito en la transferencia de conocimiento (por ejemplo, asociaciones con empresas y start-up), y contribución al crecimiento regional. El proyecto, cuya primera edición se espera en 2014, ya ha recibido las primeras críticas por parte de la Liga Europea de Universidades de Investigación (LERU, en sus siglas en inglés), la asociación que engloba a algunas de las más importantes universidades de investigación de Europa (entre ellas, Cambridge, Oxford, Zúrich, Ámsterdam o Barcelona).

miércoles, 31 de julio de 2013

La crisis salva a la naturaleza

El freno a la expansión del cemento da una tregua a parajes verdes y especies amenazadas

Los ecologistas piden el rescate del suelo urbanizable sin edificar



La locura del ladrillo hizo que España fuera el país europeo que más suelo urbano fabricó entre 2000 y 2006, según un reciente estudio de la Agencia Europea del Medio Ambiente (EEA por sus siglas en inglés). Una serie de mediciones tomadas por satélite han permitido concluir que acaparó en este periodo el 24% del terreno que se urbanizó en la Unión Europea. Le siguen Francia, con un 12% y Alemania, con un 9%. La crisis ha conseguido frenar esta tendencia, para alivio de las tierras verdes y de cultivo y algunas de las especies que viven en ellas. Pero ha dejado suelo calificado como edificable para 35 o 40 años, a un ritmo medio bajo de unas 150.000 viviendas anuales, según datos del Sistema de Información Urbana, dependiente del Ministerio de Fomento. O sea, 709.577 hectáreas rescatables para la naturaleza.
En España, las zonas urbanas han usurpado sobre todo terrenos agrícolas
Esa gran bolsa urbanizable es la que los ecologistas quieren rescatar aprovechando el parón del ladrillo. Es decir, volver a calificar como suelo rústico aquel para el que no se prevea un uso inmediato. No será fácil, hay dinero por medio, o la promesa de dinero futuro. “Ese suelo ya clasificado tiene unos valores de mercado, que también se han colocado junto a los activos tóxicos, y revertir esta situación generaría una pérdida de valor muy notable”, explica Rafael Mata Olmo, catedrático de Geografía y Ordenación del Territorio de la Universidad Autónoma de Madrid. Tampoco podría hacerse aludiendo simplemente a que no hay expectativas de desarrollo o que tienen un gran valor ambiental, añade. El proceso, lento, requeriría en muchos casos acudir a los tribunales.
En la organización Seo Bird Life recuerdan sus intentos infructuosos para comprar terrenos agrícolas en la zona de Alcalá de Henares (Madrid) con la intención de recuperar al cernícalo primilla. Les fue imposible. “Los propietarios no perdían la esperanza de que ese suelo fuera recalificado y conseguir un mayor aprovechamiento”, explica José Luis Atienza. La organización conservacionista, muy activa judicialmente, detecta ahora, sin embargo, “cierto interés judicial” por revisar los suelos catalogados como urbanizables y volver a protegerlos. “Venimos solicitando que se preserven y por lo general se concede”, dice Atienza. La ONG también ha pedido a los partidos políticos que se incluya una cláusula en la Ley del Suelo para que toda superficie urbanizable que no se haya desarrollado en 10 años vuelva a su estado habitual.
Los dueños de parcelas rústicas aguardan una posible recalificación
“Nuestro estilo de vida asociado a un gran consumo está presionando la tierra”, asegura Hans Bryninckx, director de la Agencia Europea del Medio Ambiente. Pero más allá de la proporción de tierra que se cubre con cemento hay otro efecto: las carreteras y otras infraestructuras están erosionando progresivamente hábitats muy valiosos con grandes consecuencias para las especies más amenazadas de Europa.
En el caso de España, las zonas urbanas han usurpado terrenos principalmente agrícolas. Las más afectadas por la ocupación artificial han sido Madrid, la costa mediterránea (Alicante, Valencia, Murcia, Islas Baleares y especialmente Castellón), áreas estratégicas de Zaragoza, zonas próximas a grandes núcleos, como Toledo, o ciudades que partían con una ocupación muy baja, entre las que destacan Ourense o Valladolid. Estos crecimientos, advertidos en un trabajo de Cristina Zamorano realizado en 2012 para el extinto Observatorio de la Sostenibilidad de España, se han confirmado en el mapa recientemente trazado por la Agencia Europea de Medio Ambiente.
Además de atentar contra especies amenazadas, la construcción desenfrenada ha invadido superficies inundables (lechos de ríos o primeras líneas de playa) y se han agravado los efectos de las catástrofes naturales como inundaciones o grandes nevadas. “La Ley de Suelo de 1998, del PP, no especificaba claramente que no se puede construir en zonas afectadas por riesgos naturales”, apunta Jonathan Gómez Cantero, climatólogo experto en riesgos naturales. “Ahora no hay municipio mediterráneo que no tenga un cauce construido y eso aumenta enormemente la vulnerabilidad de las personas”, añade.
Un buen planeamiento urbanístico no evita por completo las inundaciones, pero puede hacer que no sean catastróficas. Gómez Cantero pone como ejemplo las últimas inundaciones en el Pirineo, donde hay también riesgos de desprendimiento. “En Castro Urdiales (Cantabria), por ejemplo, había una urbanización frente al mar que se promocionaba con el eslogan ‘te salpicarán las olas’: me parece increíble”, se lamenta.
En 2004, España llegó a construir 600.000 viviendas, más que en Alemania, Francia e Italia. “El crecimiento no tenía límites”, describe Sebastián Grau, presidente de la Asociación Española de Técnicos Urbanistas. Ahora el panorama es distinto. Los esfuerzos del sector se concentran en la rehabilitación, en que las ciudades crezcan hacia dentro. En junio, el Gobierno aprobó la Ley de Rehabilitación, Regeneración y Renovación Urbana. En el preámbulo de la norma se considera “muy difícil” que a corto o a medio plazo los sectores de la construcción e inmobiliarios puedan seguir transformando suelos vírgenes y construyendo vivienda nueva. Hay 723.043 viviendas vacías.
El gran reto es recuperar el entorno. Mientras los constructores se atrincheran, guardando posiciones y esperando mejores años, ecologistas y geógrafos reivindican la necesidad de proteger el excedente de suelo urbanizable. “Es un terreno abonado para la construcción masiva, una bomba latente”, contempla Luis Jiménez, exdirector del Observatorio de Sostenibilidad de España. La vuelta al verde original es una misión titánica. “Una vez que se ha puesto un ladrillo es casi imposible quitarlo”, asevera Mario Rodríguez, de Greenpeace.