"SERÁ
EL FIN DE LA UE", SEGÚN UN EXPARLAMENTARIO
El 'acuerdo secreto' que se negocia en Washington y que
hará inútil tu voto
Vista general del Parlamento Europeo. (EFE)
EL CONFIDENCIAL, 23 DE MAYO DE 2014.
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“¿Sobre qué se ha debatido esta semana en la
quinta ronda de negociaciones sobre el Tratado Comercial entre EEUU y
la UE? ¿Quiénes forman parte del grupo de expertos que las dirigen? ¿En
qué consiste este proyecto de acuerdo cifrado bajo las siglas TTIP? El
politólogo francés Sami Naïr,
exasesor del gobierno de Lionel Jospin y europarlamentario entre 1999 y 2004,
ha intentado seguir de cerca el desarrollo de este acuerdo “llamado a cambiar el
curso de la historia europea, marcando el fin de un ciclo”. Sin
embargo, reconoce afligido que no ha logrado obtener respuestas. ¿Por qué?
“Las negociaciones se están llevando a cabo con mucho secretismo.
Los acuerdos no se están haciendo públicos y los nombres del grupo de expertos
europeos que están tratando el tema permanecen en el anonimato. En Francia, por
ejemplo, el Senado ha instado formalmente para que se informe sobre esta
cuestión, pero el Gobierno no ha hecho ni caso. La opacidad es tremenda y
verdaderamente excepcional, lo cual es muy grave porque este acuerdo será
decisivo en la geopolítica mundial”, lamenta el catedrático, que recientemente
ha publicado El desengaño europeo (Galaxia Gutenberg). Si este
acuerdo se adopta, asegura en una entrevista a El Confidencial,“Europa, como proyecto social,
económico, político y cultural está acabada”.
Sólo algunos documentos
filtrados desde las propias instancias europeas han permitido ir desgranando
los pilares del futuro acuerdo
El denominado Acuerdo de Libre Comercio e Inversiones (TTIP, por
sus siglas en inglés) ha pasado prácticamente desapercibido en la campaña de
las elecciones europeas, tanto a derecha como a izquierda. El debate es prácticamente
inexistente y una
de las pocas tentativas de acercarlo a la opinión pública quedó sepultada hace
unos días en el Parlamento cuando PP y PSOE rechazaron la moción de Izquierda
Plural de someter el TTIP a referéndum.
Sus defensores argumentan que el acuerdo sería beneficioso para el
crecimiento económico, aumentaría la libertad económica y fomentaría la
creación de empleo. En cambio, para los críticos, el
tratado aumentaría el poder de las grandes
empresas y desregularizaría los mercados de una
forma sin precedentes, al tiempo que los gobiernos tendrían muchos problemas
para legislar en beneficio de sus ciudadanos y se limitaría el poder de los
sindicatos en favor de los empresarios.
Una discusión clasificada como
“confidencial”
El diputado Alberto Garzón denunciaba que “no se conocen detalles
concretos de las negociaciones y sólo algunos documentos filtrados desde las
propias instancias europeas han permitido ir desgranando los pilares del futuro
acuerdo”. En un documento
divulgativo respaldado por su formación, “con el que
pretendemos romper el bloqueo informativo sobre el TLC”, Garzón criticaba que
“el negociador principal de la parte europea [el español Ignacio García Bercero]
reconoció en una carta pública que todos
los documentos relacionados con las negociaciones estarían cerrados al público durante
al menos treinta años”.
Concretamente, añade el diputado,
“aseguró que esta negociación sería una excepción a la Regla 1049/2001 que establece
que todos los documentos de las instituciones europeas han de ser públicos.
Asimismo, el comisario De Guchtaseguró
en el Parlamento Europeo que la negociación del TLC debía tener grado de
confidencialidad y negó la función de negociación
al Parlamento, lo que supone un ataque más a la ya escasa
democracia en el seno de la Unión Europea”.
Para Sami Naïr, que resume las consecuencias del tratado en “la
desaparición de todas las políticas comunes existentes en el seno de la UE”,
las razones del supuesto secretismo en torno al tratado son varias, pero
destaca principalmente una: el miedo al rechazo de la
ciudadanía. “Los promotores del acuerdo son conscientes de los
temores de la opinión pública al impacto que éste tendrá en el modelo social
europeo. La única contraofensiva mediática que proponen es la de seguir una
estrategia de información consistente en recurrir a un leguaje técnico para
evitar la polémica y de este modo desalentar la encuesta pública”, sospecha el
expolítico francés. “Se trata de una estrategia
consciente de desinformación, no digo que quieran engañar a la
gente, pero lo que caracteriza a esta estrategia es contar lo menos posible y
cuanto menos claro mejor”.
Evitar el debate para contener el rechazo social
En la memoria de los “lobbies y tecnócratas” que promueven el
acuerdo resuenan los ecos del rechazo ciudadano en los países
donde se realizaron referéndums vinculantes sobre la Constitución
Europea, como Francia, Holanda o Irlanda (en primera instancia). Un fracaso que
tuvo que corregirse mediante la sustitución del proyecto de la carta magna
europea por el Tratado de Lisboa, ratificado directamente por los
representantes de los Estados miembros de la UE.
El tratado supondrá la
desaparición de todas las políticas comunes existentes en el seno de la UE“
Si la opinión pública toma conciencia de lo que se trama, podemos
estar seguros de que saltarán chispas”, advierte. De hecho, el TTIP no es más
que un intento de restituir el viejo Acuerdo Trasatlántico, que data de
1995. Un proyecto que tuvo que ser descartado por el fuerte rechazo social
a ambas partes del Atlántico, y que fue el germen del denominado movimiento
antiglobalización. “No quieren que se vuelvan a repetir protestas como la famosa
Batalla de Seattle (con motivo de la cumbre de la OMC que tuvo lugar en esta
ciudad norteamericana en diciembre de 1999). Un riesgo que ahora es mayor
porque se trata del mismo proyecto de 1995 pero ampliado, pues
concierne a todo el paquete de relaciones comerciales entre EEUU y la UE”.
La industria del automóvil, la farmacéutica, el sector financiero
o el agrario serán los que se vean más directamente afectados, según ha
denunciado una coalición paneuropea conformada por 120 organizaciones. Según su
manifiesto, el TTIP “busca la eliminación y armonización a la baja de
normas sociales, laborales y ambientales que aún por el momento son garantes de
la protección y de los derechos de las poblaciones y del medioambiente. Si se
permite que este tratado comercial se firme será la mayor transferencia de
poder al capital que hemos visto en generaciones”.
Grupo de trabajo de la última
ronda de negociaciones del TTIP. m)
El Parlamento, con las manos
atadas
Naïr dice estar seguro de que un grupo considerable de
europarlamentarios plantarán cara cuando se trate de aprobar el acuerdo, si
bien reconoce que“no
pueden hacer nada más que denunciarlo porque no tienen poder para más”.
Por otra parte, y ante una incipiente movilización de la sociedad civil que ha
asomado estos días de la mano de protestas en Bruselas, el politólogo vaticina
que el acuerdo se irá aprobando por fases.
Si la opinión pública toma
conciencia de lo que se trama, podemos estar seguros de que saltarán chispas
“Ningún Gobierno europeo va a renunciar de un día para otro, por
ejemplo, a las subvenciones de la Política Agraria Común (PAC), pero sí si esto
se hace mediante un plan regresivo de varios años”, vaticina. Para Naïr, “la
desaparición del mercado único europeo o la modificación de sus estructuras
para adaptarlas a las normas comerciales norteamericanas” se producirá de forma progresiva,
extendiéndose, posiblemente, a lo largo de toda una década.
“Estoy seguro de que van a alargar lo máximo posible las
negociaciones para enfriar el debate público, al igual que se están esperando
que pasen las elecciones europeas para adoptar nuevas medidas de ajuste
estructural que significarán otra vuelta de tuerca en la
regresión social”, asegura. Unas decisiones, añade, tanto o más
drásticas como las tomadas hasta ahora bajo el paraguas de las políticas de
austeridad, pues “el objetivo es privatizar todos los servicios públicos y
acabar con el concepto de interés general para americanizar Europa”.
El desafío europeo
Las incógnitas respecto al futuro inmediato de la UE, ya no sólo
debido al acuerdo trasatlántico, sino a la crisis del euro y a las “recetas dedesmantelamiento del estado de
bienestar”, son cada vez menos esperanzadoras. Para este
europeísta convencido, y optimista por naturaleza, la única forma de salvar la
construcción europea pasa por una renegociación conjunta tanto del sistema
institucional como del económico.